Monday, December 11, 2006

Héroes anónimos

A la memoria de José Luis Silva Heredia

Hace quince años, en el Distrito Federal, mientras miraba el lento caer de las gotas de lluvia que se mezclaban con las aguas negras de la Planta de Rebombeo Aculco, José se preguntaba qué tanto duraría la brizna en esa tarde cuando el sol se resistía a ocultarse aun a pesar de la lluvia, que aunque ligera, mojaba y alborotaba el agua remontándole con el olor, las nauseas de la mañana anterior cuando después de su ultima inmersión hubo que retirarle los restos de un perro de la escadrafa -ojalá las lluvias se tarden en llegar- dijo para sí.

Durante la última inmersión el calor era asfixiante, el traje pareciera más pesado que de costumbre el casco de acero más denso. En la superficie el resto del equipo platicaba acerca de la temperatura que, según lo anunciado en los noticiarios de la mañana aumentaría hasta 28 grados, abajo no se alcanzaba a distinguir nada, lo único que José escuchaba era el sonido de su respiración, avanzó un poco y encontró al fin el objeto que estaba obstruyendo la compuerta, al principio creyó se trataba de un perro muerto pues había encontrado uno hacia pocos minutos pero según lo fue tocando descubrió que se trataba de un cadáver humano, - gajes del oficio, son gajes del oficio- repetía en voz baja mientras trataba de calmar las nauseas que se incrementaban con el calor, tenía que pensar en la forma de llevarlo a la superficie sin que se le desprendiera ninguno de los miembros.

El tiempo pasó sin prisa, la lluvia cayó sin cesar y en la Presa Ruiz cortines al sur del Distrito Federal, una compuesta se encuentra taponada, el equipo asignado para la zona realiza un gran esfuerzo para retirar con un gancho y un cable de acero el neumático que no permite el paso del agua en la compuerta, los esfuerzos son inútiles. José decide bajar a hacer el trabajo, es algo en lo que tiene experiencia, ese día quería llegar temprano a casa.

Con su cuchillo, José comienza a cortar el neumático sin imaginar que la presión del agua liberada de la compuerta lo estrellaría contra un tubo ocasionándole la muerte. En la superficie se pierde el contacto vía radio, el equipo comienza a angustiarse, la canastilla de la grúa emerge vacía, rescatarlo se torna una labor imposible, a diez metros de profundidad no se puede ver nada ni con la lámpara más potente. Horas más tarde la espera termina, los restos de José Luis Silva Heredia son encontrados en una alcantarilla de Viaducto y Periférico...

1 comment:

rikardu said...

De verdad que escribes chulo amiguita. No te pierdas porfavor.