Tuesday, November 28, 2006

El día que murió Aceves Mejía

Y decirte niña hermosa, que eres linda y hechicera….

Vienen bajando tus ojos negros de contrabando, se posan sobre el tráfico infernal de la mañana, se cierran, duerme aun media ciudad, despierta la rutina y el aire denso, ¿quién era Aceves Mejía?, te preguntas mientras lees La Jornada para parecer intelectual. Si un reportero de programa de televisión saliera a las calles a preguntar a la gente si saben quién era, más de la mitad dirían que no, ¿cuál es la diferencia entre saberlo y no saberlo?, esta muerto, un talento más de aquellos que nadie conoce, o que todos conocen pero no saben su nombre, pero ¿quién era?..

Cierras el periódico y la duda revolotea en tu cabeza dos o tres segundos antes de que poco a poco, comiences a soñar despierta, los parpados se vuelven pesados, -anoche soñé contigo…- y la radio se apaga, el autobús frena y sube un hombre con guitarra, adiós al sueño fallido, adiós al vano intento de recuperar horas de sueño con un rato de letargo en el trasporte público.

Comienzan los cantos, -otra voz desafinada, y yo que ni cambio traigo-, con el paso de las estrofas del fallaste corazón, la voz del cantante no es tan desafinada –por la lejana montaña, va cabalgando un jinete…-, oh sopresa, un falsete largísimo, esto es México, después de todo ¿Qué otro país tiene cantantes en los camiones en medio de una autopista congestionada a las 8 de la mañana?, bueno quizá algunos pero no cantan tan bien las rancheras como los mexicanos.

¿ y las monedas?, estabas segura que traías un peso en la bolsa chiquita de la mochila, -chín, se me ha de haber caído- ni modo, se bajará el artista con un peso menos, no ha terminando de cantar, no ha avanzado el camión ni cien metros desde que se subió, y ya se escucharon varias canciones; de repente, una que conoces, -qué bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas, debajo de esas dos cejas, que bonitos ojos tienes- y los falsetes continúan al igual que el tráfico, ni modo serán cinco pesos porque cuando eras niña tu abuela cantaba esa canción y te pusiste sentimental. Volteas a ver al cantante, hace los falsetes sin esfuerzo, el camión comienza a avanzar, el falsete continúa, un ratito después la canción termina.

Siempre creíste que iba diferente “que eres linda y hechicera como el canto de una rosa”, siempre te sonó incoherente que las rosas cantaran, pero ahora sabes que es candor y no cantar, qué cosas aprende uno en el camión, pero ¿Qué estabas leyendo?, algo de un señor que se murió, el cantante pasa a pedir dinero pero tiene lágrimas en los ojos (con el esfuerzo de los falsetes ¿quién no las tendría?), cinco pesos, cinco pesos, estas segura que tienes la moneda en alguna parte, si ahí está.

Te bajas del camión con cinco pesos menos pero con una tonadita en los labios, una canción de cuando estabas chiquita, de las fiestas de los abuelos y de los festivales de día de madres, tomas el periódico y lo acomodas en la mochila ¿quién leíste que se había muerto?

Besar tus labios quisiera

malagueña salerosa

y decirte niña hermosa,

y decirte niña hermosa…

Saturday, November 25, 2006

Silvio Rodriguez - El Necio

Un rato de buenos cantos

Friday, November 24, 2006

Pláticas inesperadas


Dos mujeres de pie en un anden en espera del metro, una joven arropada con una gruesa chamarra y tiritando de frío. La otra, una mujer mayor con una falda roja y huaraches negros, medias gruesas color beige y el cabello recogido completamente hacía atrás con una liga, mientras se atajaba el frío con un chal rojo observaba detenidamente a la mujer joven, después de un rato le dijo – hace un frío de la fregada-

La joven la miro y sonrió, -si está bastante duro-, trato de voltear para otro lado pero la mirada de la anciana era muy fuerte, de repente la mirada apuntaba hacía alguien más, un muchacho de cabello largo con varias perforaciones en el rostro.

-¿A ti te gustan los muchachos con aretes en la cara?-

- no, no son mi estilo

- Parecen mujeres, y mujeres feas, a mi me dan asco, no soporto ver un hombre así con aretitos-

- No pues no se ven nada guapos

- Mi hijo el chico me dijo el otro día que se iba a poner uno- . Cuando la mujer dijo eso la muchacha sonrió

-No de veras, cuando el cabrón me dijo que se quería poner un aretito, que lo agarro de los pelos y que le bajo el pantalón, mira cabrón le dije, si tu te pones esa chingadera yo te pongo una falda y un chichero para que entonces seas una vieja completa, y mira mi’ja después de eso pregúntele cuándo se ha querido poner una cosa de esas, no, si a los hijos hay que hacerlos gente de bien, o ¿tú que crees?- le dijo, mientras le dirigía una mirada inquisidora

-Pues yo creo que es una moda…- le contestó la joven aun asombrada de que una desconocida le hiciera plática

- Moda pero de viejas, a nosotras se nos ve bien, los hombres nacieron para verse como caballeros. Yo tengo tres hijos todos hombrecitos, y mira que son gente de bien, si nomás me faltaba que salieran invertidos o algo así, pero vieras que todos salieron buenos machitos, nomás el chico me salió con eso del aretito, pero ya se le quitó la idea.-

- Hace ya más frío- le dijo la joven, para darle un giro a la conversación.

- Y el metro que se tarda tanto, yo le dije a mi viejo que llegaba como a las tres al changarro y ya son más de tres y cuarto, pero pues ya ni modo, que se espere, es buena persona mi viejo, yo me casé con él teniendo ya a mis dos hijos grandes, y él los quiere como suyos, yo siempre lo he dicho quién quiere la manzana quiere al árbol y las ramas-

La señora se quedó observando las vías vacías, con el rostro rugoso inmóvil por el frío y los ojos profundos clavados en el camino de donde debía llegar el tren, de repente, se envolvió en su chal rojo y siguió contando.

- Nosotros tenemos un negocio, un puestecito, es modesto pero nos da de comer a todos, a mi hijo mayor le pagó la carrera y ahora ya es doctor, ya ni me acuerdo cuánto tiempo llevo vendiendo, pero lo que no se me olvida es que si no hubiera sido por eso no hubiéramos salido adelante, mi esposo, no mi viejo sino mi esposo, nos dejó estando mis dos chamacos chiquitos. Yo fui muy tonta, me casé bien chamaca ¿tú estás casada?-

- No, como cree-, Y la muchacha se rió como si la pregunta se tratara de una broma

- No mi’ja te pregunto en serio, a tu edad yo ya tenía mis dos chamacos, lo malo es que mi marido se fue cuando nació el segundo, tenía yo catorce años cuando me casé, de verdad que ahora son otros tiempos, antes ni que pensar que una estudiara o que sacara sola a sus hijos adelante, no mi’ja eso yo aprendí con el tiempo y con los azotes.-

- Y, ¿de qué es su puesto?- le preguntó cuando la voz de la anciana comenzó a entrecortarse

- Huy, pues he vendido de todo, dulce, cosmético, ropa, depende, pero ahora ya llevamos un rato vendiendo cosas para el pelo y cremas a granel, es un negocio noble, te digo que a mí hasta marido me trajo.- y se rió, su sonrisa parecía la sonrisa misma de una abuela cariñosa, con todos los años del mundo enmarcándole los labios a forma de arrugas y con sus ojos retratando una vida llena de cansancio pero con el brillo que sólo da la felicidad.

Llegó el metro rugiendo y arrastrándose por las vías, se abrieron las puertas y ambas entraron esperando encontrar un lugar vacío para sentarse y seguir con la charla…

Wednesday, November 22, 2006

... anoche soñé contigo


Cuando Mauricio García salió del hospital comenzó una rutina muy peculiar, todas las mañanas cambiaba la ruta habitual para ir a trabajar con el objetivo de pasar por la avenida Revolución y ver un espectacular donde aparecía una rubia exuberante anunciando una película, la observaba desde lejos y se acercaba caminando, al llegar a una distancia donde pudiera verla bien se quedaba inmóvil un rato mirándola y después le decía –ay güera, anoche contigo otra vez-, cuando terminaba su ritual se encaminaba al estacionamiento del cine manacar donde trabajaba de valet parking.

El resto de su día era acomodar y lavar autos, cuando la jornada terminaba, tomaba un microbús hasta el metro y se dirigía al metro Zapata, de ahí, a su casa que estaba cerca de la estación Deportivo 18 de marzo, una vez que salía de la estación compraba pan con un amigo que ponía una canasta a unos pasos de ahí, los días lluviosos, el pan estaba algo húmedo a pesar de que estaba cubierto con hule cristal, pero como la costumbre de comprar pan era más un favor que le hacía a su amigo que una necesidad personal, llegaba a casa siempre con tres conchas en una bolsa de papel, y una vez que llegaba su esposa se iban a dormir.

El 6 de noviembre, se despertó, se bañó, se vistió con el uniforme del trabajo y encendió la radio, en todas las estaciones se hablaba de unas explosiones organizadas por supuestos grupos guerrilleros. Su mujer, que se había levantado a calentar agua para el café, le pidió no tomara el metro para ir a trabajar -que tal que les avientan un bombazo- le dijo. Ante la insistencia, Mauricio tomó una ruta alterna, pero al llegar a la avenida revolución cerca del metro Mixcoac, el microbusero se negó a orillarse completamente para permitirle bajar, así que de un salto bajo quedando en medio del carril lateral de la avenida; sorpresivamente, un auto que se quedó sin frenos lo arrolló, Mauricio solo sintió un golpe fuerte en el costado y lo último que recuerda haber visto es la imagen de una rubia sonriente y una voz que le decía, no se preocupe se va a poner bien.

Cuando Mauricio despertó estaba en el hospital con la pierna izquierda enyesada y un manojo de dolores distribuido por todo el cuerpo, su mujer estaba dormida en el piso con la cabeza apoyada en su bolsa, -¿Qué me paso?- preguntó, - su mujer despertó y le contó que lo habían atropellado, que de milagro no lo habían matado porque había sufrido fuertes golpes en la cabeza, - un ángel me salvó vieja-.

Cada noche después del accidente, Mauricio soñaba con una mujer rubia muy alegre que lo llevaba de la mano al puente peatonal de avenida Revolución. Después de ocho días de hospitalización, lo dieron de alta y le indicaron que en dos días más podría regresar a trabajar. Debido a la pierna enyesada, decidió volver a tomar la ruta del día del accidente porque no implicaba subir y bajar escaleras del metro, esta vez fue muy cuidadoso de bajar justo en la parada.

Conforme caminaba, la figura de una mujer se hacía más clara en un anuncio, se llevó una sorpresa al descubrir que la mujer era la misma que llevaba diez días soñando, la misma a la que él creía un ángel, nunca se imagino que la visión que había tenido se debía a que cuando el carro lo arrollo él quedó tendido en una posición desde la cual el anuncio se alcanzaba a ver perfectamente y que la voz que escuchó no era la de su “ángel”, que en la vida real sería incapaz de pronunciar ni media palabra en español, sino la de una paramédico que llegó en la ambulancia que lo recogió. Pese a todo Mauricio decidió cambiar su ruta de forma permanente como quien hace una manda de agradeciendo al santo de su devoción, con la misma oración en los labios todos los días: “ay güera, anoche soñé contigo”.

Sunday, November 19, 2006

NOSTALGIAS


Ella, bajó del taxi con una carcajada entre los labios y un eterno -nos hablamos-.
Él, se despidió pensando, como de costumbre, que ella estaba demasiado loca para que fuera real.
El taxi se alejó lentamente...

La noche estaba quieta pero la brisa era helada, las manos de los transeuntes estaban frias, no había forma de evitarlo, dos años y parecía que el mundo era el mismo de cuando ambos subían al mismo microbús y hablaban de lo mismo todos los días, esta vez no había una cotidianidad fastidiando la amistad de dos jóvenes y viejos amigos, esta vez hacía falta arrancarle unas horas al tiempo para platicar, o para pelear o para simplemente, volver a sentir que uno formaba aun parte de la vida del otro, ni modo, el ser adulto no siempre significa que esos momentos importantes con los amigos van a ser frecuentes, eso es precisamente lo que los hace especiales.

Mientras ella caminaba a la puerta de su casa pensaba en cómo escribir un guion para televisión, un cortometraje quiza, él bajaba del taxi con una sonrisa escondida detrás del gesto de persona seria que se reservaba sólo para la gente desconocida.

Ambos introdujeron la llave en la cerradura al mismo tiempo, la giraron hacía el mismo lado y dieron un paso dentro de sus casas con el mismo pie, como si se tratara de una rutina ensayada que ni a propósito resultaría tan exacta; él, se sento en la sala a comer un yoghurt sin pensar en nada, ella comió arroz con mariscos sin darse cuenta de que tenia demasiada sal. Llegó el momento en que ambos tenían labores frente a la computadora, era extraño, lo único que pudieron sentir en un largo rato era una profunda sensación de nostalgia. Ni modo, mañana será otro día, tal vez no haya tiempo de extrañar a nadie, bueno... quizá a los amigos nunca se les deja de extrañar.

Saturday, November 18, 2006

Historias de ciudades, la historia de Ciudad Lokura


Frida Kahlo dibujó la Ciudad de la Lokura en su diario, nunca imaginó que años más tarde la tecnología permitiría que las personas se enteraran de la existencia de este fascinante lugar, hoy no hay una ciudad más atinada para llamar "Lokura" que la impredecible Ciudad de México, Chilangolandia, el Defe, como se conozca o se haya oido nombrar. Ahora este espacio, está dedicado a hacer un retrato de la ciudad y su periferia, su gente, las historias y los problemas que le dan sazón a sus vidas, desde las discusiones ajenas en microbuses , hasta las más dramáticas y conmovedoras historias que uno puede encontrar saliendo del metro. Bienvenidos sean pues los amables visitantes de este espacio.