Con ganas de decir “Mira, estoy haciendo lo que recomendaste, ahora… ¿podemos ser amigos?”, y entonces suena el despertador y son las 4:47, y ya me dormí más de la cuenta, el trabajo, de diario.
Dormir unos 15 minutos más en el camión, sortear el metro sin gente y correr en los andenes, caminar pausado por la calle oscura esperando que sea un barrio tranquilo.
Cinco, diez, veinte minutos tarde, enciende, graba, escribe, pronto, llegaron todos, hora de esto, hora de lo otro. Si tienes suerte sales, si no, también; si no hay suerte, te quedas o vas a cubrir algo deprimente.
Se acerca la hora y has bebido mucha agua, subes, bajas, sonríes y dices adiós “en la calle hay un borracho pero… ¿a quién le importa?”, el metro tiene gente, niña te mira feo porque vas sentada, hombre patán te mira porque vas parada.
Camión, vuelves a dormir, calle, caminas, gente desconocida, barrio ajeno donde duermes, casa, el sillón, frío, comida, tele, dormir.
“Si, ya podemos ser amigos”, te da la mano, es bueno sentir calor sincero, es bueno ya no querer y tener cariño al mismo tiempo, “vamos a caminar por ahí a ver algo nuevo, vamos a platicar, vamos a beber …” y otra vez el celular vibrando sobre la cómoda, son las 4:15, aún puedes dormir 5 minutos más, “¿dónde estás?”, las 4:50, es tarde, al trabajo!!!.